El Padre Rafael nos enseñó que cada uno de nosotros tiene la capacidad de marcar una diferencia en el mundo. Su vida fue un testimonio de que la fe, la esperanza y el amor al prójimo son fuerzas poderosas que pueden transformar vidas y comunidades. Al dedicar su vida a servir a los más necesitados, nos mostró que la verdadera felicidad se encuentra en dar de sí mismo.
Su legado trasciende las fronteras de Colombia y sigue siendo relevante en un mundo cada vez más globalizado y lleno de desafíos. Nos invita a reflexionar sobre nuestro propio papel en la sociedad y a preguntarnos cómo podemos contribuir a construir un mundo más justo y equitativo de la siguiente manera:
No hay comentarios:
Publicar un comentario